Los senos inician una espectacular transformación y desarrollan complejas estructuras para poder alimentar al recién nacido.

Así cambian tus pechos en el embarazo y tras el parto: Durante el período de gestación, no solo se producen cambios en el útero; una de las partes del cuerpo de la mujer que más se modifica son los senos, que se preparan para la llegada del bebé. Durante este periodo, los pechos inician una espectacular transformación y desarrollan complejas estructuras para poder alimentar al recién nacido.

Medela explica las transformaciones que experimentan los pechos de las madres en distintas fases, desde el embarazo, durante el periodo de lactancia y hasta el destete.

A pesar de que es en la pubertad cuando las mamas comienzan a desarrollarse, cabe señalar que tras esa etapa todavía no son órganos maduros y siguen en constante cambio hasta la menopausia. Además, como parte del ciclo menstrual, los pechos renuevan sus propias células internas, siendo el motivo por el cual las mujeres pueden notarlos blandos y sensibles o experimentar hinchazón durante el periodo.

Cambios internos en el pecho durante el embarazo

Con el embarazo, el ciclo de renovación de las células internas de los senos queda interrumpido; así, con la retirada de la placenta, los niveles de progesterona de la madre empiezan a descender, iniciándose la transformación de los pechos en órganos productores de leche.

Durante este periodo, los conductos galactóforos –los conductos internos de la mama que se encargan de llevar la leche desde los lóbulos mamarios hasta el pezón- aumentan en número y en complejidad, y comienzan a bifurcarse hasta formar un complejo sistema de alimentación para el bebé. A su vez, los lactocitos –las células productoras de leche– también empiezan a desarrollarse en el interior de los pechos y la cantidad de sangre que llega a los mismos se duplica, siendo el motivo por el que se pueden ver las venas a través de la piel. Toda esta actividad en el interior de los senos puede provocar alguno de los primeros signos del embarazo, tales como dolor, hormigueo, hinchadez o pesadez.

Primer trimestre

A menudo, los cambios que experimentan las mamas son el primer signo de embarazo en muchas mujeres, pues a partir de las tres o cuatro semanas, el aumento de las hormonas y la transformación en la estructura de los senos hacen que tanto los pechos como los pezones tengan mucha sensibilidad y estén más blandos. En la mayoría de casos, este dolor remite tras superar el primer trimestre, pero en algunas mujeres el dolor puede persistir hasta el momento del parto.

Cabe señalar que, durante todo el embarazo, es probable que el aumento de pecho sea de una talla y media más que antes. En este sentido, a las 12 semanas de gestación aproximadamente, es importante adquirir un sujetador de embarazo; se recomiendan los modelos sin costuras –los sujetadores con aros pueden clavarse en los conductos galactóforos durante su desarrollo–, con tirantes anchos y con un tejido suave y transpirable.

Segundo trimestre:

Durante el segundo trimestre es posible que los pezones y areolas –los círculos de piel que rodean los pezones– aumenten su tamaño, puesto que sobre la semana 15 del embarazo es cuando se activarán las células productoras de leche, y a la semana 22 se iniciará su producción. Sin embargo, el cuerpo reabsorberá esta leche debido a que las hormonas del embarazo evitan que se acumule o que se produzcan pérdidas.

Además, los pequeños bultos o granitos de la areola –denominados tubérculos de Montgomery– se hacen más grandes y oscuros, secretando un aceite hidratante que protege contra el dolor y las infecciones al iniciarse la lactancia. Los científicos creen que este aceite es similar al del líquido amniótico y que puede ayudar a guiar al recién nacido hacia los pezones para comenzar la lactancia tras el nacimiento. Por ello, es recomendable limpiar esta zona solo con agua y secarla con una toalla dando unos suaves golpecitos.

Tercer trimestre:

Por sorprendente que parezca, la leche materna está lista en los pechos antes de que nazca el bebé; por ello, es probable que durante las últimas semanas del embarazo los pezones comiencen a secretar algo de calostro (primera leche). Para evitar que las manchas de humedad traspasen la ropa, las futuras madre pueden colocar dentro del sujetador unos discos absorbentes. En el caso de que la futura madre tenga los pezones planos o invertidos y haya superado las 32 semanas de gestación en un embarazo normal, es aconsejable colocar unos formadores de pezones en el interior del sujetador para que ayuden a sacar los pezones. De este modo se facilitará el agarre al pecho del recién nacido.

Además, durante estos últimos meses es probable sentir los pechos más pesados o doloridos. Esta sensación puede mejorar con el uso de un sujetador para dormir y uno deportivo como refuerzo para hacer ejercicio y evitar dolores en los pechos y en los ligamentos.

Al final del embarazo, el pecho de las madres habrá aumentado aproximadamente en una o dos tallas de copa en comparación con la talla que utilizaban antes del embarazo, y es probable que el contorno también aumente porque la caja torácica se expande para dejar espacio al bebé.

Sin embargo, cabe destacar que el aumento del tamaño de los senos también puede producirse de forma repentina durante el embarazo, pudiendo aparecer estrías en la piel o sentir picor en los senos. Con el fin de aliviar esta sensación, las futuras madres pueden utilizar una crema hidratante, si bien la aparición de las estrías tiene más que ver con la genética y el tipo de piel.

Leer también: Cambios normales en el embarazo

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Cambios tras el parto y durante el periodo de lactancia

Entre el segundo y el cuarto día después del parto –en ocasiones este periodo es más largo si la madre se ha sometido a una cesárea o el parto ha sido traumático– es normal que los pechos estén más llenos y firmes debido a que se produce la llamada ‘subida de la leche’.

Algunas madres sienten molestias o dolor en los senos tras el nacimiento del bebé. Este problema, denominado ‘congestión’, ocurre cuando la madre produce más leche de la que pueden soportar los pechos, provocando que estos se endurezcan en exceso y estén extremadamente llenos. Es una situación temporal, y a pesar de que sea un periodo doloroso, se debe seguir dando el pecho al recién nacido.

Asegurarse de que el bebé tiene un buen agarre, dar el pecho al menos 8 veces al día y en distintas posiciones, masajear los pechos durante la toma para lograr el máximo vaciado o extraer leche hasta sentirse cómoda son algunos de los consejos que pueden poner en práctica las madres para aliviar la congestión.

Además, durante los tres primeros meses de lactancia, es probable que las madres continúen notando los pechos bastante llenos antes de una toma. Conforme el bebé va creciendo, la madre notará que sus pechos no están tan llenos, si bien esto no significa que produzcan menos leche.

Transcurridos seis meses, lo normal es perder tejido graso del pecho, con lo que su tamaño tenderá a reducirse progresivamente. Este cambio se producirá aunque la madre ya no dé el pecho al bebé, y se debe a que los pechos trabajan de un modo más eficiente tras los primeros seis meses, posiblemente provocado por una redistribución del tejido mamario.

Cambios tras el destete

En el momento en que el bebé deje de tomar el pecho –independientemente de cuando esto suceda–, el pecho volverá a su estado inactivo, invirtiéndose todo el proceso de lactancia. En este sentido, lo habitual tras el destete es que en un plazo de tres meses los senos recuperen el tamaño previo al embarazo. No obstante, este proceso de crecimiento y desarrollo se iniciará de nuevo cuando se produzca otro embarazo.

Fuente: La razón

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