El cerebro de tu bebé es una esponja. Para aprender, solo necesita que le ofrezcamos la posibilidad de experimentar. Aquí tienes 15 ideas prácticas para ayudarle a descubrir el mundo.
Ofrecemos unas ideas para estimular a tu bebé. Música de Mozart, fichas para aprender a leer, un módulo de psicomotricidad… El bebé no necesita esas cosas para crecer sano y feliz. El movimiento y la estimulación son los únicos alimentos que necesita su cerebro, y su mejor herramienta de aprendizaje… ¡somos nosotros! En casa, sin preparación especial, podemos ayudar a nuestro peque a sentar una buena base sobre la que reposará todo lo que aprenda después. El primer año de vida es una época dorada, nunca después adquirirá tantos conocimientos en tan poco tiempo ni tan importantes para su desarrollo. Qué responsabilidad, ¿no?
No hay que agobiarse. Nuestro peque es más listo de lo que parece. Como todos los bebés del mundo, viene de serie con una serie de reflejos primitivos que le empujarán a gatear cuando toque, a sentarse y ponerse erguido cuando esté preparado…
Nosotros solo tenemos que acompañarle en ese proceso, y ofrecerle un entorno seguro donde desarrollar sus capacidades. Su cerebro es una esponja y, para aprender, solo necesita que le ofrezcamos la posibilidad de experimentar y que le animemos a descubrir el mundo por sí mismo. Estas son algunas cosas prácticas que podemos hacer para estimular al bebé.
1. Darle el pecho
Ya sabemos que la leche materna es lo mejor para su cuerpo pero, además, también es perfecta para alimentar su cerebro. Los bebés nacen con un número determinado de neuronas que tienen que conectarse entre sí. Los ácidos grasos que están presentes en la leche materna ayudan a este proceso.
Además, cuando le damos de mamar, al cambiarle de pecho estamos favoreciendo la simetría corporal. De ahí que se recomiende alternar el lado de la toma también cuando toman mamadera.
De 3 a 6 meses.
2. Tocarlo mucho
Los bebés vienen de un medio acuoso y cerrado y tienen que aprender a saber cuáles son los límites de su cuerpo: dónde acaban ellos y dónde empieza el mundo, básicamente.
Cuando les masajeamos, se despiertan los receptores externos que les hacen darse cuenta de dónde están. Además, al niño que tiene problemas para iniciar la lactancia le ayudarán unos masajes en la palma de la mano y alrededor de la boca, al que tiene el intestino perezoso, en la panza…
De 3 a 6 meses.
3. Juegos de imitación
Cuando nacen, parece que solo comen y duermen… o no. En realidad, están deseando comunicarse con nosotros, desde el minuto uno. ¿Acaso no nos responden sacándonos la lengua cuando nos ven hacerlo a nosotros? El bebé va identificando a las personas que componen su círculo de confianza, ve que esas personas hablan, observa cómo abren la boca y producen sonidos, cómo acompañan los gestos de la cara al mensaje… Es una primera comunicación no verbal, que se completará cuando respondamos a sus grititos y los animemos a imitarnos.
De 3 a 6 meses.
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4. ¡Al suelo!
Alrededor de los 9 meses, empezarán a gatear (insistimos, cada niño tiene su propio ritmo), pero a partir de los 6, ya podemos pasar ratitos en el suelo (pueden estar boca abajo desde el momento en que sostienen la cabeza), animarles con juguetes para que desarrollen la musculatura al intentar agarrarlos o poner nuestras manos como tope si vemos que inician la marcha hacia atrás. Boca arriba, hay que intentar que hagan movimientos laterales hacia ambos lados, por ejemplo, llamando su atención con objetos, sonidos o… con su juguete más preciado: papá o mamá.
De 6 a 9 meses.
5. ¡Movimiento, por favor!
Todos los papás aprenden instintivamente que el balanceo, los movimientos rítmicos, ayudan a calmar al bebé. La constancia en determinados movimientos genera rutas, conexiones cerebrales que le ayudan a predecir qué va a pasar a continuación.
Es lo mismo que cuando le atendemos en cuanto nos reclama: “Lloro y mamá viene enseguida”, pensará.
De 0 a 3 meses.
6. Una casa a su medida
Durante el primer año, la casa se adapta al bebé y no al revés. Cuando empiezan a moverse solos necesitan un espacio que sea seguro para ellos, pero también donde puedan gozar de cierta libertad y no haya que decirles continuamente: “Eso no se toca”. Así que lo mejor es mantener fuera de su alcance todo lo que sea peligroso o se pueda romper (podemos ir enseñándole que lo es, dejando el objeto prohibido a su alcance para que aprenda que no lo puede tocar, pero que sea la excepción). En su cuarto necesitará espacio, suelo para moverse y tener los juguetes a mano.
De 9 a 12 meses.
7. Cerca del corazón
Si nuestro bebé es de los que se dejan envolver (hay otros que se agobian y no soportan no poder mover los brazos), resulta muy conveniente alternar periodos de libertad, por ejemplo, solo con el pañal, con otros en los que, ya sea envuelto en una toquilla o mantita en el carrito , vuelva a la seguridad del útero materno.
Llevarlos envueltos también desarrolla el tono muscular, porque los bebés hacen pequeñas presiones al intentar moverse y buscar los límites del espacio.
De 0 a 3 meses.
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8. Mucho por investigar
No necesitan cacharros sofisticados, pero sí objetos de diferentes texturas, materiales o grosores. Pueden ser telas, cordones, tuppers, botellas de plástico, tapas, un palito, una hoja… Deben tener diferentes agarres, desde objetos grandes, como una pelota de trapo que vaya a manejar con la palma entera, a objetos pequeñitos que pueda agarrar con los dedos (para ayudarle a desarrollar el movimiento de pinza).
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