Niños 87

Jugar a cocinar, cocinar jugando

Más allá del dictamen cultural, las chicas se divierten y entretienen jugando a cocinar, y también disfrutan mucho cuando pasan a ser cocineras de verdad, ayudando a Mamá. Otra actividad que estimula el proceso creativo.

Más allá del dictamen cultural, las chicas se divierten y entretienen jugando a cocinar, y también disfrutan mucho cuando pasan a ser cocineras de verdad, ayudando a Mamá. Otra actividad que estimula el proceso creativo.

Quién sabe, cuándo y dónde nació la idea de que la cocina es un ámbito para la mujer, más que para el hombre. Una idea ya no tan clara, en estos tiempos modernos, los albores del siglo XXI. Sin embargo, culturalmente se mantiene el concepto y las jugueterías completan sus escaparates con juegos y juguetes relacionados con la cocina, cuyas destinatarias exclusivas son las chicas. Para comprender el fenómeno basta con ver sus caras de satisfacción en los comerciales de televisión, al imitar las labores de ama de casa de Mamá, mientras se publicitan cocinitas, heladeritas, planchitas, mini lavarropas, carritos de supermercado…

Las chicas están más allá del autoritario y obsoleto mensaje que dice enfáticamente: la mujer a cocinar, a planchar, a lavar; y el hombre a la oficina, al café con los amigos. Ellas juegan y disfrutan copiando lo que hace Mamá. Es más, son ellas mismas las que imploran por este tipo de regalos para el cumpleaños o el día del niño, subyugadas tal vez, por el constante bombardeo publicitario de las bondades de la cocina tal, que prepara comidas “igual que las que prepara Mamá.”

Ellas, a su corta edad, disfrutan. Se divierten. Y cuando les llega la oportunidad de experimentar con alimentos de verdad, para preparar comidas reales, gozan mucho más. “Mamá, ¿te puedo ayudar a preparar la torta? Dale. Vi cómo la hacen en la tele y es fácil. ¿Te puedo ayudar?” Suele ser la súplica a la que ninguna madre puede resistirse. Tomar harina en sus manitos, mezclarla con manteca, o huevos, o lo que sea, le permite a la pequeña, experimentar, jugar con cosas de verdad. Tantear materiales, palpar texturas… Y eso también ayuda a desarrollar la creatividad de la niña. Que se siente en el Olimpo, si supiera lo que significa. Porque no sólo juega y se entretiene. Sino que además, está copiando a su mayor referente: su madre. La emula. Se siente plena al estar haciendo lo mismo que ella, o al menos, poder colaborar en su tarea. En labores que los mayores saben que la niña no corre ningún riesgo de lastimarse, y que, a su vez, la niña, cree que sin su aporte, la torta o los buñuelos no serían posibles.

Aquí, como en el caso de dibujar, pintar o colorear, también es fundamental el estímulo, las palabras alentadoras que le hagan sentir a la niña que lo hecho por ella está muy bien y es trascendente. Aunque el buñuelo tenga forma de cualquier cosa menos de buñuelo. Más tarde, con seguridad, ella le hará saber al resto de la familia o a las amiguitas que ayudó a su Mamá a cocinar y que su Mamá la felicitó porque lo hizo muy bien… Estará orgullosa. Y además, habrá pasado un momento divertido, entretenido y estimulando su capacidad creativa.

De la redacción de tvcrecer

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