Luego de la etapa de la lactancia, es necesario crear en los niños el hábito de tomar agua. Es sano, calma la sed y evita un sinfín de enfermedades y trastornos que aparecen con el ingesta cotidiana de gaseosas y jugos industrializados.

La manera más natural y sencilla para lograr que un niño se alimente bien es crearle hábitos saludables en lo que refiere a las comidas. Hábitos saludables significa que  pruebe todo tipo de alimentos, principalmente frutas y verduras, y no una vez, sino varias, para que le tome el gusto, si en la primera impresión algo (consistencia, color o aroma) no le agradó e hizo que lo rechazara.

Y la alimentación incluye la bebida. Apenas el bebe está en condiciones de ingerir algo más que la leche materna o de mamadera, en necesario alentarlo a tomar agua, en las ocasiones en las cuales, con ademanes, gestos o llantos, manifieste su sed. Cuando crecen y comienza la etapa escolar, la tarea es más compleja. Sin el hábito correspondiente, tomar agua les parecerá inocuo y lo más probable es que ante la sugerencia, expresen un contundente: “No me gusta.” Y se decanten por apagar la sed con bebidas gaseosas y jugos industrializados, elaborados en base a colorantes, aromatizantes y conservantes varios, entre algunos componentes, que si bien están permitidos, los médicos suelen no recomendar en los pequeños de esa edad. Varios expertos en la materia aseguran que esas bebidas contienen las llamadas “calorías vacías”, y son ricas en energía pero muy pobres en nutrientes.

Una buena variante -o complemento- del agua, son los jugos naturales, los exprimidos de frutas frescas, los cuales contienen las vitaminas necesarias, requeridas por el organismo. La amplia oferta de jugos en cajitas, incluye los que vienen con vitaminas agregadas, pero, si es así, ¿no es más seguro exprimir una fruta directamente, en vez de recurrir a los que vienen en cajitas, que además de algunas vitaminas le adosan elementos nocivos, básicos de las bebidas industrializadas?

Desoír estas recomendaciones facilita la probabilidad de contraer enfermedades y asegura mayor cantidad de visitas al dentista que las de rigor. Decidirse cotidianamente por jugos industrializados y bebidas gaseosas, en lugar de agua, genera, entre otras cosas, mayor riesgo de tener caries y erosión dental; trastornos nutricionales, como la obesidad o bajo peso; alteración en la talla: menor estatura que la determinada por el propio potencial genético del niño; diarreas; dolores abdominales; gastritis, trastornos en la absorción de calcio, disminución del calcio en la sangre; urticarias y otras alergias; irritabilidad y alteraciones en la conducta e insomnio; pérdidas de materia fecal.

¿Está clara cuál es la diferencia, no? Clarita… Como el agua.

De la redacción de tvcrecer