Bebés 114

Llegada del bebé: encuentros y desencuentros

Sabemos lo mágico que es la llegada de un bebé a la vida. De eso nos han hablado mucho. Lo hemos escuchado, lo hemos visto y si tenemos suerte lo hemos vivenciado. Llega nuestro hijo, llega la magia, llega un amor infinito pero también llega el cansancio, llegan las noches sin dormir, llega la confusión, llega el desequilibrio. Toda esa mezcla es la que se vive en el puerperio.

Sabemos lo mágico que es la llegada de un bebé a la vida. De eso nos han hablado mucho. Lo hemos escuchado, lo hemos visto y si tenemos suerte lo hemos vivenciado. Llega nuestro hijo, llega la magia, llega un amor infinito pero también llega el cansancio, llegan las noches sin dormir, llega la confusión, llega el desequilibrio.Toda esa mezcla es la que se vive en el puerperio.

Esos primeros meses donde tenemos a nuestro bebé en brazos casi todo el tiempo. El día se nos pasa entre teta y teta. Debemos meternos por entero en un nuevo mundo y un nuevo idioma. Tenemos que alejarnos de nuestro idioma para comenzar a comprender otro, el idioma bebé. Que es único. Porque ese bebé es único. Para entrar en el mundo bebé y comenzar a vincularnos con él necesitamos entregarnos en cuerpo y mente.

En esos momentos, nos sentimos débiles, tenemos nuevos miedos, nos cuesta salir de nuestro hogar, nos faltan deseos de conectarnos con otros. Necesitamos meternos para dentro para conocer a ese nuevo ser y para reconocernos a nosotras mismas. Brevemente, de eso se trata el puerperio.

Los “segundos puerperios” serán más complejos aún.

En esta oportunidad, los invito a pensar que pasa cuando ese puerperio no es el primero, sino el segundo, el tercero o el que sea, qué implica atravesar esta etapa con la presencia de otros hijos.

Alojar a ese nuevo bebé implica transitar encuentros y desencuentros.

Animarnos a vivenciar plenamente el puerperio implica alejarnos un poco del mundo que nos rodea para recorrer el camino del encuentro con nuestro bebé y con nosotras mismas. Estos primeros tiempos de introspección para encontrarnos nos demanda íntegras, física y emocionalmente. Es inevitable que esto nos saque energía y disponibilidad para relacionarnos con nuestros hijos mayores. Con lo cual comienza un periodo de desencuentros con ellos.

El embarazo nos prepara también para esto. En los últimos meses ya no podemos ser esas mismas mamás que éramos. El nacimiento del bebé marca el quiebre. La entrega y disponibilidad que teníamos por nuestro hijo ahora es necesario repartirla. La cuestión es que en esos primeros tiempos es tanta la demanda del nuevo bebé que sentimos que no nos estamos repartiendo sino que estamos desatendiendo al mayor.

Muchas mamás se sienten desbordadas, sienten que el bebé consume toda su energía y no les queda resto para los demás. Mamás en fusión emocional con el recién nacido y que les cuesta acompañar las necesidades de los mayores. Mamás que se sienten culpables porque se encuentran entre dos mundos que por momentos son difíciles de compatibilizar. Esta situación las angustia porque se sienten superadas y alejadas de sus otros hijos. Hijos que en muchos casos aún son pequeños y que tienen necesidades. Hijos que demandan y obligan a la mamá a salir de ese “mundo bebé”. Hijos que con la llegada del hermano también se ven movilizados. generalmente con muchos celos, que los expresan de diversas maneras, en ocasiones con malos comportamientos que encubren un gran enojo motivado por la nueva realidad. Todo esto acentúa el desencuentro.

¿Cómo podemos transitar estos momentos? ¿Qué necesitamos? No estar solas. Contar con ayuda. El rol de nuestra pareja será fundamental para sostenernos y sobre todo para sostener a los hijos mayores. Para esto nosotras debemos soltar y confiar en nuestra pareja y nuestros hijos. Ellos sabrán encontrarse para acompañarse. Conocer que nuestros hijos podrán capitalizar todo el amor que le dimos, que tienen reservas para esperarnos y respetarnos en este tiempo. Que han creado grandes vínculos que les facilitarán transitar esta nueva etapa. Cabe aclarar, que el padre es el gran sostenedor, pero también pueden serlo otras figuras como los abuelos, amigos, o quien sea que nos ayude.

Encuentros y desencuentros.. Con nosotras mismas. Con nuestra pareja. Con el nuevo bebé. Con los otros hijos. Con la vida misma. De eso se trata el puerperio. En estas nuevas oportunidades tenemos que saber que si nos desencontramos es porque en algún momento estuvimos encontrados. Debemos confiar que el nuevo encuentro es sólo cuestión de tiempo. Un tiempo que traerá un nuevo equilibrio y grandes cambios que darán cuenta que todos hemos crecido, aprendido y nos hemos transformado en una nueva familia.

Lic. Mariela Cacciola

Psicóloga especialista en maternidad, crianza e infancia. Coordinadora de Dulce Crianza Contacto: dulcecrianza@gmail.com / www.facebook.com/dulce.crianza

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