Niños 89

Explorar, jugar, experimentar

Al nacer, los niños se asoman a un mundo nuevo, y todo lo exploran. Para ellos es como un juego, y así desarrollan sus diferentes capacidades creativas.

Al nacer, los niños se asoman a un mundo nuevo, y todo lo exploran. Para ellos es como un juego, y así desarrollan sus diferentes capacidades creativas.

Desde el momento en que se asoman a la vida, a este mundo tan difícil de catalogar, los niños, exploran. Inician un proceso de investigación, a medida que van desarrollando sus sentidos. Todo lo que los rodea es nuevo, es desconocido.  Por esa razón intentan tocan, o agarrar, aquello que los más grandes le colocan delante o las cosas u objetos que aparecen a su alcance. Así descubren formas, superficies, olores, gustos. Ya que el paso siguiente a tomar un objeto es llevárselo a la boca.
Es como un juego que les permite ir aprendiendo. Esto es suave y blando, me gusta, podría ser que piensen, y se lo quedan, esto otro es áspero, duro, no me gusta, y lo descartan, dejándolo de lado, o arrojándolo. Y con muchas cosas sucede lo mismo. Con la comida, por ejemplo. Y prueban, y se tiran las cosas encima, y se embadurnan la cara, las manos, los brazos. Y los padres (sobre todo las madres), explotan en ataques de histeria, porque el pijama puesto hace diez minutos es nuevo y ya hay que tirarlo a lavar.
Para los chicos, todo esto es aprendizaje. Y lo hacen jugando. Todo es juego. Y está bien que hagan enchastres con la comida. Bueno… No está bien. Pero es normal. Ellos no conocen, no saben, están en pleno proceso de descubrimiento y lo hacen como jugando. Hay que dejarlos jugar. Porque, paralelamente, van desarrollando su capacidad creativa y su imaginación. No es lindo que un niño revolee cucharadas de puré por toda la casa, pero el niño así es feliz, se siente a gusto, jugando, aprendiendo. Y no le interesa estar pegoteado, sucio o con olor a banana pisada. A los adultos sí les preocupa.
Los meses pasan, los años corren y el juego de los chicos se mantiene.  Ahora, con dos, tres o cuatro años, se traslada a su cuarto. Su mundo. Y la caja de juguetes es su hábitat de desarrollo creativo e imaginativo. Los juguetes van y vienen, ocupan toda la superficie del lugar y es una guerra perdida de ante mano, lograr que al cabo de cada jornada, todos ellos vuelvan a ocupar sus sitios en las cajas correspondientes o en los estantes o en los sitios que los mayores le destinan. Está en la naturaleza de los chicos sacar todo, jugar dos segundos y cambiar de juguetes, y volver a tirar, a dejar, y a buscar otros nuevos. Y mientras los padres arden de ira por el caos. Ellos se sienten en el mejor de los mundos. Rodeados de todo, explorando todo, divertidos, felices. Porque el supuesto caos para los grandes, es la más maravillosa armonía para los chicos. Es el mundo de fantasía que se crearon y no quieren abandonarlo ni cambiarlo. Y mucho menos ordenarlo, cuando llega la hora del baño y toda esa fantasía se esfuma hasta el siguiente momento lúdico.
Los niños deben tener libertad y estímulo para desarrollar sus capacidades, y los padres, paciencia para acompañarlos. Mucha paciencia.

De la redacción de tvcrecer

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