Los niños deben sentir libertad y estímulo, de parte de los padres, para poder desarrollar, en armonía, y superando cada etapa, la capacidad creativa, que todos ellos tienen, en mayor o menor medida.

Los individuos son creativos. Cada niño posee esta capacidad, con mayor o menor posibilidad de desarrollarla, de acuerdo a ciertos factores genéticos y circunstancias aleatorias que influyen en el proceso. El dibujo, la pintura, los juegos, son algunos de los ámbitos propicios para que cada niño pueda expresar esa capacidad creativa. Y ellos deben contar con el firme estímulo y el absoluto respaldo, de parte de los padres, de modo tal que la creatividad, innata, surja, fluya. Con libertad y sin reglas que los encasillen o les acoten la imaginación. Sin inculcarles técnicas, métodos o sistemas. Ya habrá tiempo para ello. La creatividad, coinciden los especialistas, es un proceso muy intenso y mayor y mejor será su desarrollo, en la medida en que el chico se sienta libre y estimulado, cosa que le permita estar seguro y con confianza en la actividad que realiza. Y se divierta, disfrute. Que no tome, esa actividad, como una carga o una responsabilidad, en el sentido de tener que responder de alguna determinada forma, preestablecida, y sujeta a un esquema del que no debiera apartarse.

Menos aún interesa el resultado de esa experiencia, desde el estricto punto de vista artístico. El niño expresará en el papel (si es que hablamos de dibujar o pintar), su intuición, su imaginación: el mundo que él ve, siente o vive, y de la manera que él lo interpreta. Con el tiempo y el paso de los meses -o los años-, los colores armonizarán mejor; las líneas serán más suaves y precisas; los límites inspirarán más respeto y el trazo no los quebrantará; las formas adquirirán adecuadas proporciones; y todo el conjunto resultará más estético. Pero ese no es el objetivo, en los primeros “trabajos”. Al contrario, es bueno que el chico transgreda, que las proporciones no sean proporcionales; que los colores contrasten y se mezclen. El tiempo y la experiencia en los tramos iniciales de la educación escolar, se encargarán de ordenar el aparente caos. En definitiva, un caos para los adultos, para ellos es la más fantástica armonía.

Los progresos vendrán y los niños mismos se sorprenderán al advertir la evolución en sus dibujos. Apurar los tiempos, la evolución, e intentar saltar etapas, solamente ocasionará trastornos. Frustrará a los padres, por la incomprensión del chico; y lo frustrará al chico, que no sentirá reconocimiento, y sí, en cambio, se le exigirá algo que no quiere hacer. En esa etapa, lo fundamental es alentarlos, estimularlos y acompañar sus “creaciones” con gestos de aprobación, ferviente y fervorosa.

De la redacción de tvcrecer