Los chicos de los tiempos modernos
La tecnología y los cambios socioeconómicos han influido para que las nuevas generaciones de chicos se distingan de los que lo fueron hace algunas décadas.
La tecnología y los cambios socioeconómicos han influido para que las nuevas generaciones de chicos se distingan de los que lo fueron hace algunas décadas.
Los tiempos han cambiado. Desde hace varios años (¿15? ¿20? ¿25? ¿Más? ¿Menos?), y por diferentes circunstancias, los niños cuentan con nuevas herramientas que facilitan y aceleran su proceso de desarrollo, en el más amplio significado de la palabra. Ya no alcanza con las enseñanzas y las experiencias domésticas acumuladas en los primeros treinta o cuarenta meses de vida, previos a la etapa escolar. Entre otras cosas, porque la realidad y un firme sentido de independencia, han empujado a la mujer -la madre- al mercado laboral, por lo tanto la atención del hijo o hija, necesita, inexorablemente, una “tercerización”.
Ahí entran en acción, para cumplir un rol determinante, las salas maternales o jardines infantiles. En un ámbito “casero”, lleno de pares (los primeros amigos) y bajo la supervisión de personal especializado, las criaturas toman contacto con un sin fín de elementos formativos que, además de nutrirlos de información y conocimientos básicos, les van delineando la personalidad. Al cabo de cierto tiempo, la personalidad y el desenvolvimiento de un chico con experiencia pre-escolar, comparado con otro que salteó los primeros pasos en las salas iniciales, es abismal. Más de uno se sorprendería, incluso, si observase el comportamiento de su hijo, que ronde los 2, 3 o 4 años en la actualidad, y su facilidad en el manejo de elementos para dibujar y pintar, por ejemplo, respecto de lo que cada uno sabía o hacía, a esa edad, en el momento que le tocó vivirla.
La tecnología aportó su cuota. Los dispositivos electrónicos modernos, fantasía pura hace apenas dos décadas y media o a lo sumo tres, les brindan un menú de posibilidades a los chicos, de enorme riqueza a la hora de la formación, del desarrollo creativo y del vuelo imaginario. Un chico de 3 años en 1988, no podría seguirle el tren a uno de 3 de 2013, 2014. Más allá que, a lo mejor, el de 1988 tuviese, por una cuestión genética, un sentido creativo superior.
Podrá argumentarse, con razón, que para la formación de un chico también era vital la libertad y la seguridad, de otros momentos. Libertad y seguridad que daba el hecho de poder salir a jugar a la vereda, a las plazas y a los parques, con la garantía que el único peligro que corría la criatura era el de rasparse una rodilla jugando al fútbol, o golpearse un brazo al caer de una hamaca. Hoy, es cierto, los hijos del nuevo siglo son un poco rehenes de los males actuales y la libertad y seguridad es puertas para adentro.
De todos modos, cuenta la adaptación a la era que toca vivir. No todo tiempo pasado fue peor, ni todo tiempo futuro será mejor. Son diferentes tiempos. Y esa diferencia, de la mano de avances tecnológicos y profundos cambios socioeconómicos, deja su marca en la actualidad. Y se ve en las nuevas generaciones, con chicos más despabilados, más rápidos, mejor preparados.
De la redacción de tvcrecer
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