Los cambios sociales y los avances legislativos lograron que en Argentina las técnicas de reproducción asistida se hayan vuelto inclusivas, al punto de permitirles a muchas más personas –así como lo ha hecho la ley de matrimonio igualitario-, cumplir el sueño de ser padres.

En así que la concepción de familia ha cambiado pero el proyecto de tener un hijo – aún vivido como la consolidación de una pareja o el punto clave en la vida de una persona –  conserva la misma importancia y la misma presión social que tiempo atrás. Sólo que ahora no son sólo las “familias tradicionales” las que buscan el bebé.

Son las personas, no solamente las parejas heterosexuales sino también las homosexuales o quienes deciden tener hijos en soledad, los que deben recorrer muchas veces un camino largo y frustrante que los enfrenta a altos niveles de estrés, miedos, angustias, frustraciones y burocracia.

Además, si al retraso del momento de búsqueda -cada vez más frecuente- se le suma la necesidad de renunciar, por ejemplo, al aporte de su carga genética –donación de gametas- o a requerir de la intervención de terceros -como en casos de donación o de subrogación uterina- para poder cumplir su deseo, el camino puede serles realmente arduo.

 La maternidad diferida

En este contexto, podemos afirmar que el factor más frecuente de limitación para lograr un embarazo en el siglo XXI es, sin dudas, la edad de la mujer. Ya sea para cumplir objetivos profesionales, económicos o de pareja estable, cada vez con mayor frecuencia se retrasa la búsqueda de un embarazo llevando a que el principal problema de salud reproductiva de este siglo sea la llegada tardía de la mujer al nacimiento de su primer hijo.

Esto es relevante no solamente porque se produce una disminución natural y progresiva de la reserva ovárica y de la calidad de los óvulos sino porque los resultados de los tratamientos muestran menor efectividad cuanto mayor es la edad de la mujer. Sin embargo, y aún cuando el mensaje viaja por distintos canales con mucha frecuencia, la mayor parte de las mujeres aún no han tomado conciencia de esto y de los riesgos que una maternidad a edad avanzada acarrea (descenso de la calidad ovocitaria, compromiso de la reserva ovárica, mayor riesgo de cromosopatías fetales, incremento del riesgo obstétrico y perinatal).

El desafío de este siglo consiste entonces en que ya no desde la ciencia sino desde lo legal y social, se brinde información para evitar la postergación de la maternidad hasta los límites mismos de las posibilidades y que se ofrezca respaldo, cobertura, acompañamiento y servicio para todas estas familias “por venir”.  Hacia allí deberíamos avanzar.

tvcrecer agradece al Dr. Sergio Pasqualini, Director científico de Halitus Instituto Médico y Presidente de Fundación REPRO