Rosada, roja o incluso amarillenta: la tonalidad de la piel del recién nacido varía con frecuencia hasta que se estabiliza. ¿Por qué ocurre? ¿Cuándo es normal y cuándo preocupante?
Es normal que cambie el color
El color de la piel del recién nacido es una característica que llama mucho la atención a los padres: sorprende que al nacer presente una tonalidad diferente a la que tendrá algo más tarde y que en ciertas posturas o con el llanto cambie a un color más intenso. Según pasan los días estas variaciones van dejando de darse, hasta que el tono de piel se estabiliza.
Te contamos las causas de los cambios más frecuentes y te explicamos cuáles son los tonos que sí requieren consultar al pediatra.
Tiene las manos y los pies azulados
Cuando veas por primera vez a tu hijo tras el parto te sorprenderá su color: rojo amoratado y con una sustancia blanquecina por encima (ésta es la vérnix, una capa de grasa que ha protegido su cuerpo durante el embarazo y que se reabsorbe sola a los dos o tres días del nacimiento).
El color amoratado se debe al esfuerzo que ha realizado para atravesar el canal del parto, pero va desapareciendo en las horas siguientes, hasta dar lugar a un tono rosado.
En algunos casos el bebé puede seguir teniendo amoratados los pies y las manos, debido a que la circulación sanguínea todavía no está bien establecida, pero este color debe corregirse en cuanto cumpla sus primeras 24 horas de vida. Si no ocurre así y el tono permanece hay que comentárselo al neonatólogo.
Los niños que nacen por cesárea son una excepción: llegan al mundo con un color estupendo, sonrosadito y nada amoratado, porque se han ahorrado el esfuerzo del parto.
¿A qué se debe esa piel amarillenta?
Puede ponérsele así entre el segundo y el séptimo día de vida. Se debe a la ictericia, que es la acumulación de un pigmento amarillo (bilirrubina) en la sangre.
Para solucionarla bastará con exponer al niño a la luz solar 10 minutos al día. Si no mejora, ve al pediatra.
¿Y si el bebé tiene uñas y labios amoratados?
Ante una bajada de temperatura, el cuerpo mantiene calientes los órganos vitales, en detrimento de las partes más “prescindibles”, que adquieren este color.
Evita exponer a tu hijo al frío y a las corrientes de aire directas.
¿Es normal que la piel se enrojezca?
El bebé se pondrá colorado cuando llore o se esfuerce en hacer caca (no tiene importancia) y también cuando permanezca mucho tiempo echado en la misma posición.
Para evitarlo, cámbiale de postura de vez en cuando (eso sí, boca abajo solo cuando esté despierto; jamás le pongas así para dormir).
Bebé con palidez extrema: ve al médico
Si la piel del bebé adquiere una palidez grisácea extrema, ve inmediatamente a urgencias. Este es el tono más alarmante, pues suele denotar infección.
Otra característica de su piel: es muy fina
Además del color, otra peculiaridad sorprendente de la piel del recién nacido es que es tan fina y tiene tan poca grasa que permite ver las venas y los capilares a través de ella.
Esta característica está muy acentuada en los prematuros, que poseen una piel casi transparente. A medida que los niños van ganando peso, la piel se les va engrosando y las venas dejan de apreciarse a simple vista.
Protege al bebé del sol
Algo que debes tener muy en cuenta cuando se habla de piel: el recién nacido es muy vulnerable a la radiación solar. Su piel es extremadamente delicada porque presenta menos unión entre sus células y porque posee menos cantidad de melanina, que es el pigmento responsable del color cutáneo. Todo esto hace que los rayos del sol la atraviesen con facilidad.
Por ello, jamás debes exponer a tu hijo al sol directo ni llevarlo de paseo en las horas centrales del día, que es cuando más calor hace, porque se pondría muy rojo y acabaría quemándose. Como necesita que le dé la luz del sol (ayuda a sintetizar la vitamina D, que es la que fija el calcio a los huesos), sácale a diario, pero en las horas más templadas, con protección y yendo siempre por las zonas sombreadas.
De la redacción de tvcrecer
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