Entre los límites y la libertad
Responder a las demandas de libertad que plantean los hijos debe ser uno de los desafíos más grandes con los que se encuentra cualquier padre. Sin embargo, es necesario poner límites a nuestros hijos para encausarlos en la senda correcta de vida. ¿Cómo lograr el balance entra la libertad y los límites?
Responder a las demandas de libertad que plantean los hijos debe ser uno de los desafíos más grandes con los que se encuentra cualquier padre. Las respuestas a esta demanda pueden ser muchas. Desde las que reprimen de tal modo que atrofian la libertad, hasta aquellas que, de tan permisivas, se transforman en promotoras del libertinaje.
Sin embargo, la libertad de nuestros jóvenes necesita respuestas que puedan ordenar un deseo íntimo, un caudal poderoso que cuando se desborda nos plantea un dilema al que no siempre sabemos responder: los límites.
-¡Que los chicos crezcan solos!. Una broma. Triste broma. La mínima verdad enseña que se nace y se crece a la sombra de los otros que ahí están con nosotros, antes que nosotros.- nos dice el Prof. Jaime Barylko e ilumina el sentido profundo que tienen los límites, acompañar.
El límite acompaña el crecimiento, ordena el caudal para que llegue a destino. Es tutor para enderezar lo torcido, indica la manera más conveniente de encarar la ruta de la vida, busca el bien del ser amado.
El límite contiene al ser humano, lo enfrenta consigo mismo, con lo bueno y con lo malo, le permite al hombre conocerse tal cual es y, de esta manera, tener una real aceptación de su persona. Este conocimiento le posibilita que, en el momento de elegir, lo haga desde su ser más íntimo, y no desde los condicionamientos internos o externos; en definitiva le permite ser verdaderamente libre. La libertad humana no es sólo «una libertad de», sino también «una libertad para». ¿Para qué ser libres?.
Algunos piensan que los límites dañan la libertad, la condicionan, la traumatizan. Pero si no hay límites ¿qué hay del otro lado?. A veces, la soledad; otras, el abismo del que cae al vacío sin ser contenido, del esclavo de sus caprichos, o víctimas del permisivismo. Éstas son puertas abiertas a conductas no deseadas para nuestros hijos si de verdad los amamos.
El amor exige firmeza y compromiso sino se transforma en mero sentimentalismo o en pura afectividad. Firmeza es limitar y exigir para lograr desarrollar lo que potencialmente está en aquel que amo.
Existe una estrecha relación entre amor y bien. «Porque te amo te cuido y porque te cuido muchas veces te digo no…» pero es cierto que hoy los límites no tienen buena prensa.
El correcto ejercicio de la autoridad es columna vertebral del comportamiento humano. Ni el autoritarismo vacío de sentido ni el permisivismo facilista permiten un sano crecimiento y mucho menos una preparación para la exigente vida moderna.
Trabajosa y, a veces ingrata, la tarea de guiar, de enderezar, de corregir, de dar respuestas que, quizás, ni uno tiene. Pero qué gusto da ver el árbol florecido, no?
tvcrecer agradece al Lic. Adrián Dall’ Asta
Comentar