Es una de las últimas tendencias de consumo que sigue vigente entre los jóvenes, con el agravante de que «son los propios padres quienes habilitan que sus hijos tomen cada vez a edades más tempranas», según alertan los especialistas. Las consecuencias para la salud de abusar de la droga legal más popular.

El alcohol es la droga legal más consumida entre los jóvenes. Y la que representa el principal problema de salud pública actualmente en el país. Sin embargo, su consumo se naturaliza, y hasta se fomenta y se promueve por parte de los adultos.

«Prefiero que tome y se emborrache en casa y no que salga y ponga en riesgo su salud afuera», es una de las frases que suelen escucharse de parte de padres de adolescentes que, con el objetivo de hacer lo mejor para sus hijos, muchas veces terminan ocasionando un daño mayor.

Según el informe 2017 de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), el consumo de sustancias ilícitas y abuso de alcohol en la población de entre 12 y 17 años aumentó en el último año. «De los niños y adolescentes que consumieron alcohol en el último mes, 1 de cada 2 lo hizo de forma abusiva. Esto representa 82.453 niños y adolescentes. Hay 2.299.598 de nuevos consumidores de alcohol en el último año, de los cuales 319.994 son preadolescentes y adolescentes».

Las cifras hablan por sí solas. Ante los números no hay debate. «Estamos hablando de jóvenes que toman cinco medidas de alcohol en una noche», sentenció la médica psiquiatra y experta en adicciones Geraldine Peronace, consultada por Infobae sobre de cuánto se habla cuando se dice «consumo abusivo».

«Esto va de la mano de una nueva tendencia que sigue vigente y que es el consumo compulsivo o atracón de alcohol, conocido como binge drinking, que no es ni más ni menos que un consumo masivo en el menor tiempo posible -ahondó la especialista-. La idea es que ‘pegue’, y que ‘pegue’ lo más rápido y lo más fuerte posible, entonces hacen mezclas descabelladas con bebidas de graduaciones de alcohol altísimas y ahí sin dudas aparece el ansiado ‘golpe'».

Y tras asegurar que «el alcohol es la droga legal que lidera el consumo entre los jóvenes», Peronace hizo hincapié en el adelantamiento de los hábitos: «Hoy los chicos empiezan a tomar alcohol a partir de los 11 años».

«Hace años la previa era exclusiva de los chicos de quinto año, pero con el tiempo todo se fue corriendo y la previa llegó a la primaria, y no sólo para el cierre de ciclo en séptimo grado; hoy hay previas en niños de 11 años», destacó la especialista, quien analizó que «más allá de que las modas y las tendencias atraviesan a todas las generaciones hay alguien que da ese permiso y autoriza que eso pase y ese alguien son los padres».

En palabras de la experta, «el alcohol es la sustancia más accesible y económica y se encuentra en todos los hogares». Además -enfatizó- «la tolerancia baja cada vez más entre los padres, que sin querer queriendo lo van habilitando cada vez más y esto se ve claramente en el tema de las previas y los permisos para que tomen alcohol en sus casas».

«Hoy es normal ver los fines de semana a padres comprando en los supermercados alcohol para las previas de sus hijos. Y también están los padres ‘buena onda’ que les dejan la casa a menores como zona liberada», describió Peronace, quien en ese sentido, profundizó: «Las situaciones de mayor riesgo, más que en los boliches, donde al menos en Capital Federal está super controlado el consumo de alcohol en menores, ocurren en las propias casas. Las situaciones de abuso, de emergencia y de urgencia vienen de las casas privadas».

A nivel físico, los riesgos a los que expone el alcohol tienen que ver, en primera instancia con someterse a los efectos de una sustancia depresora y deshinibitoria. «El chico se anima a hacer determinadas cosas que en su sano juicio no las haría -analizó Peronace-. Asimismo, puede desencadenar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, lo cual es lógico ya que si el joven no se puede cuidar a sí mismo mucho menos va a poder cuidarse en una relacion sexual y cuidar a un otro».

En otro orden, recientes investigaciones analizaron las consecuencias a nivel cerebral del consumo de alcohol y manifestaron que «lo más preocupante de los resultados es que son similares a estudios que analizaron los cerebros de personas con una adicción sostenida al alcohol».
De entre los pocos estudios que evaluaron los cerebros de los bebedores compulsivos, se destacó uno que «a través de electrodos descubrió que los bebedores compulsivos habían alterado la actividad cerebral en reposo y mostraron medidas significativamente más altas de diferencias eléctricas específicas en regiones cerebrales como el lóbulo temporal derecho y corteza occipital bilateral».

Ya diferentes estudios habían demostrado cómo el consumo excesivo de bebidas alcohólicas estaba relacionado con déficits neurocognitivos, un desempeño académico deficiente y actitudes riesgosas al momento de un encuentro sexual.

Ahora, este estudio de la Universidad del Minho, Portugal, concluyó que esta práctica perjudica de manera permanente la capacidad del cerebros para procesar información.

Para finalizar, Peronace adjudicó las estadísticas crecientes a un «cambio de hábito a nivel sociedad en el consumo de alcohol». «Años atrás teníamos un consumo más mediterráneo, el argentino era más de tomarse un vino con la pasta o el asado del domingo, pero a medida que todo fue cambiando pasó a un consumo anglosajón. En ese contexto es que hoy se ve una cervecería nueva por cuadra, y dentro de este consumo anglosajón la tendencia es tomar hasta derrumbarse, o lo que yo llamo acto bulímico o atracón de alcohol».

Fuente: Infobae.com

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