Bebés 106

¿Los bebés pueden “malcriarse”?

A veces dejamos de darles cariño a nuestros hijos porque pensamos que los estamos “malcriando”. Conviene distinguir entre las conductas de sobreprotección y las muestras de afecto hacia los chicos. Todos los bebés necesitan de nuestras caricias, abrazos y protección en los primeros meses de vida.

A veces dejamos de darles cariño a nuestros hijos porque pensamos que los estamos “malcriando”. Conviene distinguir entre las conductas de sobreprotección y las muestras de afecto hacia los chicos. Todos los bebés necesitan de nuestras caricias, abrazos y protección en los primeros meses de vida.

Con frecuencia escuchamos cosas como: «no alces al bebé porque se malcría y te va a volver loca», «no lo duermas a upa» o «dejalo que llore»… Estas frases hacen que hoy vivamos en una sociedad desapegada, con poca sensibilidad, y en la que las madres perdamos la capacidad de comprender y descifrar las necesidades de nuestros hijos.

Los bebés lloran -es cierto- y con su llanto intentan decirnos lo que no pueden poner en palabras. Llorar es uno de sus medios de comunicación con los adultos, junto a todos los gestos corporales y reflejos con los que nos van emitiendo señales, que pasan muchas veces inadvertidas.

El reflejo de búsqueda u hociqueo, tan presente en los bebés desde su nacimiento, significa que está dispuesto a prenderse y succionar. Muchas veces las mamás dicen «… pero acaba de terminar de tomar…»: lo que en realidad sucede es que el bebé no ha terminado y por eso sigue su «búsqueda». Un bebé satisfecho no busca de manera reflexiva porque ya no lo necesita, y esto responde mucho al planteo de cuánto tiempo debe durar una toma.

A las tomas no podemos ponerles tiempo, sino limitarnos a comprender las señales de los bebés para poder satisfacer sus necesidades y dar lugar entonces a una relación en la que ambos, mamá y bebé, logran comunicarse.

El upa no malcría, al contrario, lleva varios meses formarse dentro de la panza, lleva varios meses más terminar de formarse fuera de ella. Recién para los 8 o 10 meses, coincidiendo con la denominada «Crisis del octavo mes» podemos decir que el bebé puede empezar a explorar el mundo separado de su madre.

Los besos, los abrazos, los mimos, el upa, el olor de los papás, nada de eso malcría: solo genera lazos muy estrechos entre los bebés y sus familias. Esto incluye no sólo a los padres, sino también a hermanos, abuelos, tíos y todos los que integren el entorno afectivo del bebé.

Si los bebés pudieran elegir, volverían a meterse en la panza, porque ahí no les faltaba ni les sobraba nada: el abrigo, el contacto permanente a lo largo de toda la superficie de su piel, los sonidos a través del liquido amniótico, los sabores de lo que su mamá comía, la danza que se generaba dentro del útero cada vez que su mamá se movía, similar al movimiento de acunamiento que hacemos cuando tenemos a un bebé a upa…

Cuando un ser querido llora, lo que usualmente hacemos es abrazarlo e intentar reconfortarlo y con esto no solucionamos su problema, pero le damos contención. Esto mismo nos pasa con los bebés. A veces no logramos descifrar el motivo del llanto, pero sea cual sea el motivo, a upa y contenido se transita mejor que en una cuna solito.

Los bebés nacen vírgenes de especulaciones y manipulaciones. Esos son hábitos que vamos creando con el pasar de los años….

tvcrecer agradece a la puericultora Silvia Solá

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