Pintar es una de las actividades más creativas para los chicos. Los entusiasma y les exige imaginación.

El arte de pintar o colorear, atrapa a los chicos. Llenar un papel blanco de mucho color les proporciona un regocijo que se les transparenta en los ojos, en la mirada. Más allá que a los ojos de los adultos, el resultado final de la obra no sea otra cosa que un simple conjunto de formas extrañas, las intenciones primarias de los niños están allí plasmadas y los mayores deberán agregar la imprescindible cuota de imaginación para poder observar, en ese collage de rayas y manchones, el objeto, la persona o el animal que los niños nos cuentan que dibujaron y pintaron. “¡Qué lindo avión!”. “Noooo. Es un conejito.” “Ahh… Cierto. Tenés razón. Me confundí.”
Los colores dan vida, sobre todo a una hoja vacía. Y los chicos disfrutan usándolos, mezclándolos, utilizando unos y otros, aunque se encimen. En general, las chicas -no es novedad- eligen como primera opción el rosa, y los varones, el azul, el colorado o el verde. Y muchas veces suelen quedarse con cuatro o cinco colores, en lugar de emplear todos los de la amplia gama.

Dibujar o pintar es una actividad que estimula la creación como pocas, no solamente porque la personita en cuestión debe primero imaginar y pensar qué cosa va llevar de su mente al papel, sino porque, además, tiene que recurrir a los colores para completar el trabajo. Y allí comienza una etapa de exploración muy interesante, sobre todo cuando ellos utilizan pinturas, como las témperas, las acuarelas o los acrílicos, materiales más adecuados para experimentar mezclas y sorprenderse con los resultados. Con lápices, marcadores o crayones, esta posibilidad es más complicada de realizar.

En ese punto de exploración y creación, con todos los colores al alcance de la mano, los chicos no se conforman con el amarillo, el azul, el rosa o el verde. Y comienzan a mezclar ¿Y si combino rosa con amarillo? ¿Y si al marrón le agrego blanco? ¿Y si pruebo meter el pincel con azul en el chorrito de pintura colorado? No se les borra la sorpresa de la cara, ante los descubrimientos que van consiguiendo, mezcla tras mezcla, que muchas veces, llevados por el entusiasmo, abarca hasta tres, cuatro o cinco colores y ya, el tomo obtenido es negro o un pariente muy cercano de la oscura tonalidad.

Sorprendidos por los logros en la unión de colores, los chicos culminan su trabajo bastante alejados del objetivo inicial. Aquel conejito que el adulto confundió con un avión, quedó transformado en un gran charco de oscura pintura espesa. Irreconocible.

De la redacción de tvcrecer