La hija de una de las grandes figuras de la Selección Argentina nació en el 2013 con problemas de salud, pero tras la lucha y el amor de sus padres logró salir adelante.

El 22 de abril del 2013, Mía, la hija del mediocampista del equipo argentino, nació por cesaria en el hospital Montepríncipe en la ciudad de Madrid con sólo seis meses de gestación. Ángel Di María y su mujer, Jorgelina Cardoso, estaban destruidos tras haber tenido que dejar a su pequeña bebé internada. “Nadie más que papá y yo sabemos el dolor que causaba verte tapada de cables y aparatos en tu bella carita. Nada más triste que volver a casa con los brazos vacíos y los pechos llenos de dolor”, estas fueron las palabras de la esposa del futbolista mientras contaba por twitter la historia de su pequeña bebé.

Durante dos meses sufrieron con el diagnóstico de que la niña tenía pocas probabilidades de sobrevivir al ser tan prematura pero los padres no bajaron los brazos. La pareja visitó todos los días a su hija que entre cables y problemas luchaba por su vida. Pero finalmente el tan esperado día llegó: el 13 de junio los médicos le dieron alta a Mía y es el día de hoy que se la ve feliz y fuerte, disfrutando de la vida.

El amor que el futbolista tiene por su familia se reflejó en el partido de ayer. Luego del flamante gol de Di María que nos permitió vencer a los suizos y gritar de alegría, el jugador conmovió a todos graficando un corazón con sus dedos. Nos preguntamos a quién iría dirigido. «A mi mujer y a mi hija», dijo Fideo. «Mi hija me enseñó que todo se puede, a saber que lo más difícil a veces se puede convertir en algo fácil, en que el esfuerzo de uno puede tener recompensa, me enseñó a saber sufrir y a saber aguantar el dolor, a ser más fuerte. Todo esto que me transmitió me ayudó a hacer un año espectacular. Se lo debo a ella y a mi mujer, que son las que siempre están a mi lado y siempre apuestan por mí», contó Di María.

El futbolista rosarino luchó y entregó todo por la vida de su hija y es ella quien le da la fuerza y esperanza para no bajar los brazos en la cancha.

De la redacción de tvcrecer