Crear un clima de comunicación en el hogar cuando hay niños y adolescentes, no es una tarea fácil. Una especialista nos cuenta cómo hacerlo.

La vida agitada de los adultos entre el trabajo, la casa y otras obligaciones, suele quitarle tiempo a los hijos. Ellos a veces reclaman y otras, se refugian en la tecnología. Muchos padres se plantean cómo hacer para recuperar el diálogo y aprovechar el tiempo de vacaciones para ensanchar los vínculos.

La Licenciada en Psicología Laura Morrison (MP 17189), especialista en niños y adolescentes, nos cuenta cuáles son las mayores preocupaciones de los padres respecto de la comunicación con sus hijos y qué hacer para mejorarla. En el consultorio, los padres con frecuencia repiten frases como: “No me hace caso cuando le hablo”, “Sigue en su mundo”, “Parece como si no me escuchara”, “Tampoco me cuenta lo que le pasa”.

Son múltiples los intentos que hacemos para comunicarnos con nuestros hijos y en la medida en que no recibimos respuesta vamos incrementando nuestro poder adulto con retos, gritos o penitencias. “Cuando esta dinámica se repite, los chicos se vuelven ‘sordos’ a los gritos y reticentes a los ‘sermones’”, explica la Licenciada.

No podemos pretender hablarles en un lenguaje adulto como si fueran pares. Por ejemplo, el lenguaje infantil es básicamente corporal y gestual: más acciones y menos palabras.

Los hijos, ya sean niños o adolescentes, suelen resistirse al diálogo, disponen de un tiempo acotado de atención y no desean hablar ni ser interrogados. Por eso, es importante utilizar un lenguaje claro, sencillo y cercano al que utilizan cotidianamente. Por ejemplo, usando frases cortas, palabras simples o alusiones a imágenes porque son aceptadas con mayor predisposición para dialogar y confiar.

En el caso de los más pequeños, Morrison sugiere que la mejor manera para acceder al mundo infantil es a través del arte: los cuentos, las narraciones, las ficciones. “Los ‘Cuentos abiertos construidos de a dos’ es una herramienta eficaz que implemento en mi consultorio y sugiero su uso a padres y docentes”, dice.

A modo de un “garabato-cuento”, la especialista propone co-construir una historia en el momento entre padres e hijos. La trama incluirá los temas conflictivos de la vida emocional del niño, y proyectará en los personajes las problemáticas específicas que se quieran hablar con él de un modo entretenido y, por lo tanto, poco persecutorio.

La licenciada explica que “a través de los cuentos el niño revive sus propios conflictos, se identifica con los protagonistas ensayando resoluciones alternativas. Irá encontrando nuevos significados y nuevas salidas con el alivio de que le ocurren a otro muy parecido a él, pero que no es él.”

Uno de los temas que despierta mayor angustia y preocupación en niños, adolescentes y padres es la exclusión. Este tema tiene efectos en la salud psíquica y repercute en la autoestima de quien lo padece (aunque no llegue a ser sistematizado como el bullying), es decir en el valor que cada cual se otorga a sí mismo.

Los efectos de la exclusión pueden ser: que el niño se porte mal como único modo de obtener respeto y popularidad a cualquier precio, o la inhibición, la evitación y el aislamiento como resguardo de situaciones amenazantes. La necesidad de ser reconocido es una necesidad primaria, con lo cual, cualquier maniobra podría ser válida para conseguirla.

Hoy en día, la problemática de la exclusión reproduce esta violencia en el mundo virtual. Las redes sociales aumentan el escenario de propagación, con efectos impensados e ilimitados. “Se observa a veces lo nocivo de los grupos de WhatsApp entre padres, se identifican con los temas de sus hijos y reproducen la misma violencia”, dice Morrison.

Sugerencias durante las vacaciones

  1. Anticiparse al tiempo libre.
  2. Planificar qué se va a hacer cada día, aunque sea estar en casa.
  3. Conservar los límites. Horarios flexibles y mayores permisos no significa ausencia de límites y la falta de límites claros suele generar descontrol y desborde.
  4. No a la “niñocracia”. No delegar el dominio de la casa a la voluntad del niño.
  5. No ceder a todos los reclamos de sus hijos. A veces sucede por la culpa que sienten los padres por estar poco tiempo con sus hijos.
  6. Hacer respetar los tiempos del adulto. Los niños muy demandantes tendrán que ir aprendiendo a respetar los tiempos de sus padres.
  7. En el tiempo libre aparecen los verdaderos intereses y deseos que luego estarán relacionados con la profesión elegida en la adultez.
  8. Ayudarlos a tolerar el aburrimiento y la incertidumbre para despertar la creatividad natural. La capacidad de estar a solas se construye.
  9. Incentivar el enriquecimiento del mundo interior. La mente es nuestra única compañera toda la vida.

Cómo influye la sobre-estimulación de las pantallas

Pasar horas frente a una pantalla, es recargarse de informaciones e imágenes que luego no pueden procesar, elaborar y descargar el impacto generado. Ese tiempo con pantallas es un exceso que satura la mente y sobreestimula al niño, que luego no se puede frenar.

Se puede, en cambio, aprovechar la tecnología y usarla como herramienta al servicio de la creatividad. «Por ejemplo, se puede filmar un cuento representado por muñecos», sugiere la especialista. Y concluye: “la tecnología está demasiado metida en nuestra cultura, es importante cómo y para qué la usamos”.

De la redacción de tvcrecer Fuente: Licenciada en Psicología Laura Morrison para Tn.com

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