La natación para bebés está recomendada a partir de los cinco meses de vida y consiste en juegos y actividades de estimulación en el agua. 

Durante los primeros meses de vida de un bebé, todas las rutinas familiares cambian. Madres y padres establecen nuevas actividades, nuevos horarios y ponen en marcha numerosas maneras para estimular al pequeño.

Una posibilidad sumamente positiva surge de la mano de la matronatación, donde los papás y el bebé aprovechan durante una clase de alrededor de 45 minutos los múltiples beneficios de la práctica, tanto a nivel físico como vincular.

“La matronatación es una actividad que busca la adaptación acuática del bebé por medio de una serie de juegos y actividades que favorecen la flotación y movilidad en el agua. Además, está considerada como una de las mejores técnicas de estimulación temprana”, detalla a Entremujeres Cecilia Angeleri, Profesora de Educación Física y directora de Nadar Jugando, natatorio especializado en esta disciplina.

La docente aclara que la presencia de los papás es fundamental: “Actúan de nexo, permitiendo un valor fundamental de ayuda vincular. Esto hace que sea una actividad original, única e irrepetible”.

Angeleri afirma que las edades de los niños que realizan esta actividad varían según la institución pero, a su entender, lo correcto es ejercerla a partir de los cinco meses, “ya que es cuando se termina de desarrollar el sistema inmunológico del niño y además, es la edad en la cual ya fueron incorporadas las principales vacunas”.

En tanto, la edad límite se da entre los tres y los tres años y medio. “El período de matronatación finaliza cuando el niño cumple ciertas pautas dentro de la pileta”, aclara la profesora.

¿Cómo se advierten los beneficios de esta disciplina? Según la especialista, “se manifiestan en todos los aspectos del bebé, ya sea emocional o físico”. Uno de ellos es el aporte que hace al desarrollo locomotor, “ya que el agua ofrece mayor resistencia y, a la vez, brinda estabilidad y ayuda a regular el tono muscular, por lo que un bebé de nueve meses que aún no camina va a poder experimentar sus primeros pasos en la el agua (de la mano de los adultos que lo acompañan)».

Además, la matronatación influye positivamente a nivel cardiovascular. Angeleri afirma que “como todo ejercicio físico adecuado, aumenta la capacidad respiratoria, ya que los bebés deben adaptarse a una nueva forma de respiración debajo del agua”.

Por otra parte, destaca, “es buena para el control de la obesidad y aumenta las reservas de inmunidad que le permitirán en el futuro defenderse mejor de las agresiones externas y las infecciones”. Y agrega: “También es recomendable como terapia para niños con broncoespasmos, asma o con trastornos del desarrollo”.

Respecto a los beneficios a nivel emocional, pueden destacarse su aporte para una mayor sociabilización, ya que “al tratarse de actividades que se comparten en una piscina con otros niños y otros padres, favorece el contacto de los pequeños con otros pares”. El vínculo entre los papás y el pequeño también se verá fortalecido.

Otro aporte importante, y quizás menos conocido, tiene que ver con la formación de límites. Angeleri asegura que los “la instrucción docente está dirigida también hacia los padres, para que conozcan las normas de seguridad y puedan aplicarla al niño en todo su desarrollo. Los límites y normas acuáticas son de suma importancia en la vida de todo niño a la hora de encontrarse con otras piletas”. Un punto destacable es el aporte que dentro de la matronatación se da respecto a la comunicación, ya sea verbal, gestual o táctil.

Chicos más seguros

Adelantarse y despejar posibles miedos completa las virtudes. Angeleri explica que “los bebés chiquitos, menores de 18 meses, aún no experimentan nociones de peligro y, por lo tanto, si lloran será por hambre, sueño o por quererse meter con mamá al agua en vez de papá”, por ejemplo. En tanto, amplía que aunque “no es frecuente, hay algunos casos de niños que tienen mucho temor al agua, llegan muy agarrados de sus padres, indican que no desean entrar e incluso lloran”.

Para ellos, el secreto es realizar “un trabajo muy personal, una charla del profesor con el niño, para afianzar el vínculo, informarle cómo será el trabajo dentro del agua y ofrecerle una máxima confianza”.

Agua, aprendizaje y amor, el combo infalible para chicos de entre cinco meses y tres años.

De la redacción de tvcrecer Fuente: Clarin.com

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