El padre tiene un rol determinante en cada embarazo: contener emocionalmente a su mujer. En el momento del parto, poco puede hacer, y luego… Luego aparecen las abuelas.

El rol del padre durante el período de embarazo es vital. No es un papel secundario, es bien protagónico, aunque los primeros planos de la cámara se los lleve siempre la madre, como es lógico. Su grado de participación y compromiso a lo largo del período, depende de la personalidad de cada individuo y su intención de involucrarse va, muchas veces, atada a las características de la madre en cuestión: algunas son muy demandantes y otras no tanto.

Un artículo escrito por el doctor Ricardo Horacio Illia, Jefe de Servicio de Obstetricia, del Hospital Alemán, y publicado recientemente por el boletín mensual de la entidad, resalta que “la situación emocional de la mujer suele ser inestable durante la gestación, tiene muchos sentimientos contradictorios, miedo a la exposición de su cuerpo e incertidumbre acerca de lo que va a suceder, por todo ello la tarea fundamental del padre es acompañarla durante todo ese proceso, brindándole contención y cariño.”

El marido cumple una función y el obstetra, otra. La embarazada no debería buscar en este último una especie de marido suplente. El médico le brindará asistencia y será su consejero y guía en función de cómo vaya evolucionando el embarazo; pero la contención de la situación emocional por la que atraviesa la madre, es exclusiva responsabilidad del padre. Si así se entiende, y el padre asume decididamente el rol que el compete, lo más probable es que la madre permanezca tranquila y serena esos meses tan especiales de su vida.

Claro que los padres no son autómatas y, a veces, no están muy dispuestos a brindar ese apoyo tan necesario, o para decirlo mejor, no todos están en condiciones -anímicas o emocionales- de responder de la misma manera y lograr satisfacer las demandas de la madre, las cuales varían de acuerdo con la personalidad de cada una. Eso sí, los especialistas aconsejan que los padres estén presentes, junto a la madre, durante el tiempo y los momentos que la pareja los considere necesarios. Luego, está en cada hombre, asumir más o menos compromisos y presenciar o no el parto. Lo ideal es que el padre este ahí, acompañando, pero como no puede intervenir ni puede hacer mucho, no es imprescindible su presencia.

Luego, con el bebé en la habitación, junto a su madre, el rol del padre, queda algo relegado, ya que aparece la figura de la suegra, quién asume el control de la situación, en ocasiones, chocando dialécticamente fuerte con la nueva madre (su hija) y con la otra abuela, por la sonsera de adjudicarse más importancia en el cuidado y bienestar de la nueva criatura.

De la redacción de tvcrecer