Los más chicos también se sumergen en el mundo de la tecnología. Ya hay juguetes y dispositivos pensados para ellos. “Esto puede ser algo bueno, pero en períodos cortos”, explicó un especialista.

No sólo los adultos, o los chicos en edad escolar, utilizan equipos electrónicos de última generación, como celulares, iPads, iPods, tablets… Ya sea por trabajo, comunicación o recreación, esta utilización, se vuelve, por momentos, muy obsesiva, al punto de incorporar estos aparatos a sus vidas diarias con tanta injerencia en ellas, que cuando faltan, es como si escaseara el aire.

Y de acuerdo con las últimas tendencias, los chicos más chicos, también se incorporaron a esta dinámica. De tanto observar a los padres y a los hermanos mayores, los menores, también quieren su iPod, iPad o su celular. Las exigencias para los cumpleaños ya no pasan tanto por el juguete tal, los bloques tales, o el disfraz del súper héroe favorito. “Papá, quiero un iPad para mi cumple”, es la petición más escuchada, si es que ya hablan, y, en caso de hacerlo, aún estando a mitad de camino de retener las letras del abecedario y los números de los teclados.

Los escaparates de las jugueterías ya ofrecen juguetes similares a esos equipos, pero con aplicaciones propias de la edad de los niños: botones con diferentes sonidos de animales, luces con colores, reproducción de palabras; o tabletas, símil verdaderas, donde la misión es colorear dibujos. Y eso está bueno. Un niño necesita ser estimulado de distintos modos y no todo pasa por armar figuras con bloques.

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El asunto, como todo, es cuando se vuelve una obsesión (como los juegos de PlayStation). O creer que esos dispositivos son educativos, como se autoproclaman muchos de ellos. “No siempre lo que se promociona como aplicativo educacional, en rigor lo es. Todavía no hay estándares para evaluar cada producto, ni alguna evidencia para decir que el uso de estas aplicaciones logren que los bebes hagan mejor o más rápido algo. Es fundamental que las aplicaciones requieran algún tipo de actividad por parte de los bebés y niños, quienes deben sentir la sensación de haber hecho algo, y los adultos, por su parte, tienen que acompañarlos para que no queden solos delante de la pantalla”, le explicó a Clarín el pediatra especializado en educación y nuevas tecnologías, Guillermo Goldfarb.

En este sentido, la Academia Americana de Pediatría cambió de parecer. “Hasta 2011 decía que no era bueno que los menores de dos años estuvieran frente a las pantallas, y a partir de 2013, cambiaron, y empezó a verse como algo que en algún aspecto podría ser bueno, aunque siempre se aconseja dejarlos el menor tiempo posible”, concluyó Goldfarb.

De la redacción de tvcrecer