Para los chicos es vital -y mucho más divertido- compartir las actividades recreativas con sus padres. Poder mostrarles lo que saben hacer y recibir a cambio, el estímulo que premie su trabajo, además de buenos consejos para mejorar.

Cualquier tipo de actividad o juego, distrae, divierte y recrea a los chicos. Y esa distracción, diversión y recreación, alcanza en ellos altos niveles de goce y disfrute, cuando la comparten con sus padres. Cuando los padres se involucran ciento por ciento, en la actividad de los chicos y a la par de los chicos, se distraen, se divierten y se recrean.

No debe haber para los chicos momento de mayor felicidad en la relación padre-hijos que cuando juegan de igual a igual, cuando comparten algo que les gusta. Y el padre, o la madre, se interesa realmente por lo que hace el hijo, o la hija, y paso a paso, lo van guiando, aconsejando, sugiriendo, para que lo que esté haciendo el chico (dibujos, objetos con masa, casas con bloques), lo haga mejor, más lindo, más completo. Y, con sus palabras de aliento, los padres,  le dejen bien en claro que está muy bueno su trabajo, muy lindo, que va por el buen camino, pero que si le agregara tal cosa o tal color en determinado lugar, eso que acapara toda su atención, concentración y creatividad, quedaría aún mucho más lindo.

Para los padres, esta experiencia también resulta muy reconfortante y enriquecedora. Un padre aprende mucho de su hijo en estas circunstancias. Y es importante prestarse a ello. Es vital para el chico, no sentirse ignorado por su padre ante el pedido de pintar algo, hacer un dibujito o jugar con las figuritas nuevas. Lógicamente, al aceptar el convite, el adulto debe hacerlo de buena gana, con visible entusiasmo, y que el chico sienta que el padre está feliz de poder acompañarlo en la actividad propuesta. Y sin reglas. O que el chico las ponga. Para no contrariarlo. Y nada de retos o reproches porque se manchó con los marcadores, porque tiró el vasito con el agua de los pinceles o llenó el piso con el polvo de las tizas. Los chicos ven todo como un juego, en su corta edad. No ven las cosas con el estructurado esquema de los adultos: no pasarse de la raya con el marcador, no tocar las temperas que manchan, no intentar borrar los trazos de tiza con la mano porque ensucia…

Los adultos debemos entender que se trata de un juego para ellos. Un juego que estimula su desarrollo. Y si lo vemos de esta manera, mucho mejor será para todos. Más disfrutaremos los padres, más disfrutarán los hijos.

De la redacción de tvcrecer