«El capitalismo y la teta se rigen por el mismo principio: la ley de la oferta y la demanda. Cuando se cumple, todo se regula solo y vivimos felices. El problema es que, en ese proceso, todo el mundo nos aconseja cómo dar la teta y una, que es débil, piensa que esa ley no es verdad. Por eso, cuando el bebe pide teta, ya sea porque tiene hambre o ganas, ¡no se la niegues! Es la ley de la oferta y la demanda…», planteó ayer, un poco en broma y mucho más en serio, una superheroína de la lactancia en uno de los salones del Congreso.

Ante ella, un grupo de mamás sostenían a sus bebes, hechizados por la superheroína que recordaba a la Mujer Maravilla. Fue durante una Gran Tetada, convocada por la Liga de la Leche Argentina para afirmar que, en crisis y emergencias, amamantar salva vidas. Es que apenas 4 de cada 10 bebes que nacen en el país reciben sólo leche materna durante los primeros meses fuera de la panza materna, como recomienda la Organización Mundial de la Salud.

Las estadísticas de la cartera sanitaria «indican que no más del 40% de los chicos llega a la lactancia materna exclusiva en los 6 primeros meses de vida. Y eso que antes era de alrededor de un 15 por ciento», comentó ayer a LA NACION la doctora Mónica Waismann, subdirectora médica de la Maternidad Sardá e integrante de la Subcomisión de Lactancia Materna de la Sociedad Argentina de Pediatría

Esa meta incumplida se debe a una combinación de causas a la que no se prestó demasiada atención. Hoy, según coincidieron los expertos consultados, el aumento de las alergias, la anemia y las infecciones respiratorias, así como también el de factores de riesgo, como la hipertensión o la obesidad, podrían atribuirse a ese descuido.

«Durante décadas -explicó Waisman-, los servicios de salud interfirieron con la lactancia porque interfirieron con el contacto madre-hijo, al separar innecesariamente al bebe de la mama, establecer horarios rígidos para la alimentación y no incorporar la lactancia a demanda. Con la iniciativa de los hospitales amigos de la madre y el niño, pudimos revertirlo un poco.»

También está el papel laboral de la mujer y la preferencia por el uso de la mamadera. «Se pretende que sea una especie de supermujer y su papel materno quedó totalmente desdibujado -indicó la médica-. La cultura del biberón, que imperó durante décadas, hizo que muchas mujeres no tuvieran siquiera un modelo cultural del que aprender a amamantar. Cuando eso ocurre, el chico toma menos pecho, la madre produce menos leche y se produce el destete prematuro», precisó.

Pero ahí no termina el problema. En el recién nacido, basta una sola mamadera con leche artificial para que cambie su flora intestinal a las pocas horas. Eso abre la puerta al ingreso ilimitado de los gérmenes que hasta ese momento ahuyentaba el Lactobacillus bifidus , que es la bacteria presente en el 99% de la flora intestinal de un bebe alimentado con lactancia exclusiva.

Además, dijo la pediatra, la leche de vaca es muy pesada para el organismo del bebe: «Daña los riñones, produce microhemorragias intestinales que le causan anemia al bebe, y predispone a la enfermedad alérgica. Además de lo que ya estamos viendo, que es más diarrea, infección respiratoria y anemia, vamos a ver las consecuencias en la salud del adulto».

Para reducir esos riesgos, las estrategias que favorecen la lactancia comienzan en la maternidad. «Es importante generar un buen vínculo madre-hijo en la sala de parto: dar prioridad a colocar al bebe sobre el pecho materno y dejarlo lo suficiente para que se acerque a la teta, lo que algunos estudios demostraron que hacen solos a los 20 o 30 minutos de vida -dijo el doctor Eduardo Tognetti, director del hospital Santojanni y coordinador del Comité de Lactancia de la Asociación Argentina de Perinatología-. Eso reduce mucho la mortalidad.»

Cada 24 horas, amamantar entre 8 y 12 veces al bebe genera un gasto calórico de 500-700 calorías. La alimentación materna debe ser variada y con suficientes calorías, según la actividad diaria que realice. «No tiene que comer por dos -advirtió Waisman-, sino hidratarse bien, comer por lo menos dos veces al día y picar entre comidas alimentos nutritivos, como frutas o queso.»

La ansiedad materna es común en los primeros días, sobre todo en el segundo, cuando el bebe suele despertarse con más ganas de comer que lo esperado. «La mamá se desespera porque aún no tiene demasiada leche y le salen algunas gotitas de calostro -agregó el pediatra-. Pero los chicos vienen preparados para eso y, a las 72 horas, la cantidad y la calidad de leche irá aumentando.»

Por Fabiola Czubaj

La Nación.

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